Abstract:
Durante las últimas décadas, cada vez más investigaciones se han centrado en el emprendimiento social como facilitador de la creación de valor social, especialmente en el contexto de las economías emergentes (Londres y Hart, 2004, 2010; Sinkovics et al., 2014). Los problemas relacionados con la creación de valor social son evidentes en el contexto de las economías emergentes debido a la mala capacidad del estado para resolver los problemas sociales. Además, estas economías sufren debido a los desafíos relacionados con la escala, la coordinación y la sostenibilidad de la creación de valor social. En tal contexto, el papel del emprendimiento social para abordar estos problemas múltiples e interdependientes se vuelve vital para estimular el cambio social a través de la innovación social (Peredo y McLean, 2006; Sinkovics et al., 2014; Weerawardena y Mort, 2006; Zahra et al., 2009). Debido a este potencial, el emprendimiento social se ha denominado como una nueva norma (Corbett, 2016), por lo que se considera que toda actividad empresarial tiene una dimensión social. Su enfoque disruptivo y no tradicional de la innovación social es un aspecto importante del emprendimiento social (Nicholls & Pharoah, 2008).