Abstract:
La universidad del siglo XXI está inmersa en un proceso de cambio profundo. A las responsabilidades tradicionales que se le han endilgado durante años, centradas en la docencia y la investigación, aparece en las últimas décadas una nueva exigencia que desborda lo meramente académico o investigativo, y que lleva a pensarla como un espacio más abierto a los procesos sociales y comunitarios que le rodean (Bueno & Fernández, 2007). Es lo que se conoce recientemente con varias designaciones que dan cuenta de un mismo fenómeno: responsabilidad social universitaria, tercera misión o el papel de la universidad en el desarrollo de la sostenibilidad. En últimas, termina configurando un nuevo espacio de exigencias a la universidad en donde, además de los ya tradicionales requerimientos, se demanda ahora la transferencia del conocimiento, la innovación y la contribución al desarrollo económico, social y cultural de las comunidades con las que se relaciona. Por esta razón las instituciones universitarias han requerido áreas o programas que atiendan este tipo de solicitudes y que den cuenta del impacto que tiene la universidad en la sociedad.